EL PINACATE, Corazón del Gran desierto de Altar


En el año de 1988, el Comité de Ecología y Medio Ambiente de la Comisión Sonora-Arizona y el Environment Committee de la Arizona-Mexico Commission, celebraron en Hermosillo el Simposio de Investigación sobre la Zona Ecológica de El Pinacate; el presente artículo fue presentado con el mismo nombre por el Dr. Gastón Cano Ávila y forma parte del libro Memoria del Simposio, publicada por la Comisión Sonora-Arizona en 1989.
“Memoria del Simposio de Investigación sobre la Zona Ecológica del Pinacate.© Todos los artículos pueden reproducirse citando la fuente y al autor correspondiente, y en su caso, las bibliografías consultadas por éste.”  56 pp, Nov. 1989.

Dr. Gastón Cano Avila†

“Esta liga que baja desde el cerro de Santa Clara, en donde se ve una hoya y profundidad que causa terror y espanto, a donde subió el padre Eusebio Kino, en otra ocasión por divisar el mar”. (1) Así se expresó el capitán Padre Kino en su segundo viaje por la región del Pinacate y séptimo intento por llegar a la Baja California por tierra, tesis que el jesuita sostenía contra la opinión de todo mundo.

Legendaria, nebulosa y muy incompleta la información que el público tiene de la zona de El Pinacate, área geográfica con doscientos volcanes inactivos de diversas formas y tamaños, que constituyen una de las regiones de mayor densidad volcánica en América. Hace algunos milenios que el último volcán se apagó, sin embargo.

“La región el Pinacate, es una de las áreas desérticas menos conocidas de la porción occidental de la República Mexicana, en el Desierto de Altar, Estado de Sonora, México. Ocupa una amplia área elíptica de aproximadamente 1,500 km2. Sus límites geográficos quedan comprendidos entre los meridianos 113˚15´ y 133˚45´ de longitud oeste y  los paralelos 31˚30´y 32˚00´ de  latitud Norte (2).

Está constituida por la Sierra el Pinacate propiamente dicha, de color notablemente negro en casi toda su extensión y cuyo picacho más alto alcanza los 1,206 metros de elevación y un margen escabroso cubierto de cerros, conos volcánicos, cráteres, ríos de lava solidificados y dunas móviles rizadas por el viento.

Queda situada en el municipio de Puerto Peñasco, terminando al Note cerca de la frontera que separa a Sonora con el estado norteamericano de Arizona; al Este está limitada por el Río Sásabe y luego el desierto, al Oeste por el llamado Gran Desierto y al sur por dunas desérticas, luego la cadena de dunas marinas y finalmente el mar, la costa oriental del fondo del Golfo de California, entre tres ciudades sonorenses de cierta importancia, Sonoyta al Norte y poco al Este en la frontera internacional, Puerto Peñasco al sur y un tanto al Oriente y San Luis Río Colorado al Noroeste, también fronteriza, a mayor distancia.

Actualmente hay comunicación aérea, marítima y terrestre, la carretera federal número 2 que une a Sonoyta con San Luis Río Colorado, cruza por el Norte, paralela a la frontera internacional y la número 8, que va de Sonoyta a Puerto Peñasco; el Ferrocarril Sonora-Baja California, en cambio, pasa casi faldeando la sierra por el sur, junto a la playa, en su tramo Puerto Peñasco-Mexicali.

El terreno escabroso del área volcánica es muy bello y el área tiene una rica herencia en historia y leyenda, por lo que resulta sorprendente las muchas publicaciones que hay acerca de ella, en lo que va de casi tres siglos de exploración. (3).

Los de El Pinacate representan, probablemente, los primeros volcanes que los europeos vieron en América, después de los el Centro de México, y la identificación y descripción que de ellos hace el Padre Kino es notable.

  Historia

Tres etapas bien marcadas podemos diferenciar en la cronología de esta sui-géneris zona, en cuanto a su habitación por humanos, a saber:

Pre-historia

La Arqueología, la Lingüística, la Etnología y ciencias auxiliares de la Antropología, nos hablan de la ocupación del lugar por diferentes culturas en las distintas épocas, grupos que en un principio eran tan primitivos que no solo eran ágrafos sino aún pre-cerámicos, mientras que después vinieron pueblos que practicaban pequeña agricultura, y dejaron múltiples testimonios de industria lítica, petroglífos y geoglífos.

La cultura San Dieguito, una de la más antiguas identificadas en América, dejó en el área múltiples muestras de su asentamiento en las últimas etapas del Período Pluvial, alrededor de 10,000 años A.C. (4).

Los Sandieguitos eran paleoindios muy primitivos, recolectores nómadas de origen étnico desconocido, ni se sabe tampoco cuáles grupos puedan ser sus descendientes; sus artefactos son notablemente rudimentarios.

Luego vino un largo período de intensa sequía, el Altitérmico, en que se quedó sin habitantes porque la severa desertificación hizo imposible la vida.

Tiempo después las condiciones ecológicas volvieron a permitir la vida de plantas y animales y nuevos grupos pueblan el área, ahora sí, identificados por los científicos como los remotos antepasados de los pimas locales, llamados posteriormente Pápagos, y a toda la región, la Papaguería. Estos grupos primitivos se llamaron Amargosa I y Amargosa II y aquellas facciones que vivieron en El Pinacate durante la ocupación europea en Sonora fueron llamados areneños los que vivían al Poniente y al Sur del macizo volcánico y areneños-pinacateños (5) los que poblaban la sierra y las laderas  Oriente y Norte; ambos grupos hablaban la misma lengua, pero no tenían más que relaciones hostiles; a finales del Siglo XIX todavía los rancheros del rumbo decían que la gente de los médanos, es decir, los areneños, los más aislados, eran bárbaros como los apaches. Mange los describe en 1701 como: “gente desnuda y pobre que sólo se sustentan con raíces, langostas y lagartos que llaman iguanas y algún marisco” (6). Las gentes del Oriente, los pinacateños, conocían algo de agricultura de temporal y no eran puramente nómadas.

Historia antigua

Numerosos exploradores españoles transitaron por el área, pero fue Kino el primero que exploró la sierra de los volcanes.(7).

Así tenemos que:

1,540, Francisco Vásquez de Coronado pasó por el poblado de Bacapa (hoy Quitovac) en su viaje al noroeste en busca de las místicas siete ciudades de oro de Cíbola y Quivira, y dice que el mar dista 40 leguas al sur, pero no menciona ninguna sierra.

1604, el Adelantado Juan de Oñate, caminando desde Nuevo México buscando la desembocadura del Río Colorado, pasó por la ranchería indígena de  Sonoydag, situada junto al extremo norte de El Pinacate, tampoco entró a la sierra.

1698. el 8 de octubre, Kino llega por primera vez a las faldas de El Pinacate, y le pone el nombre de Sierra de Santa Brígida, santa patrona de ese día.

1699, el 16 de febrero, el jesuita Eusebio Francisco Kino le pone el nombre de San Marcelo de Sonoyta al poblado de Sonoydag, en otro de sus frecuentes viajes entre la Misión de los Dolores, buscando el paso por tierra a la (Baja) California.

1701, Mange menciona con admiración que los indígenas de Bacapa (Quitovac) se sustentan con ciervos y carneros salvajes. Observa también que en Sonoyta hay pingües tierras de agricultura y agua abundante todo el año en una zona rodeada de desierto.

1701, el 21 de Marzo, Kino sube a la cima del volcán de Santa Brígida acompañado del padre Juan María Salvatierra y de sus observaciones concluye que Baja California, visible desde ahí, no es isla sino península. En cambio, por error, cree que ahí cerca, en la bahía hoy llamada de Adair, queda el pueblo de Santa Clara, descrito por los navegantes precursores y que en realidad quedaba más al poniente, y entonces decidió cambiarle el nombre al de Sierra de Santa Clara.

No existe al parecer registro del momento en el que se empezó a utilizar el nombre de Pinacate, pero esto fue probablemente en la segunda mitad del siglo pasado y parece ser que se debe a la negrura de la lava y la morusa que lo rodean. No comparto la opinión de Lumholtz (8) de que el nombre se debe a la abundancia de pinacates, nombre azteca aplicado a un coleóptero negro (Elodes armata), y que no abunda en esa región más que en  cualquier otro lugar de Sonora.

1702, en Febrero, Kino llega en persona a la desembocadura del Rio Colorado y certifica que no hay brazo de mar que separe la Baja California de tierra firme.

1701 a 1850, largo lapso de silencio en El Pinacate, prácticamente nadie escribe nada, ni científicos, ni cazadores, ni aventureros, hasta que en 1851 una epidemia de vómito negro (fiebre amarilla) casi extingue al grupo Pinacateño (9) respetando más a los Areneños.

Historia moderna

Hornaday y McDougal, en 1908, en una expedición de cacería de borregos cimarrones con un grupo de científicos de la Universidad de Arizona, hacen importantes estudios que publican ese mismo año.

Posteriormente, Lumholtz publica también sus aventuras en la zona, mencionándose como descubridor de caminos ignotos.

Ya más avanzado el Siglo XX, el gobierno mexicano abre vías de comunicación terrestre al olvidado rincón del noroeste de Sonora, poniendo a El Pinacate cerca de la Carretera Federal Número 2 y del Ferrocarril Sonora-Baja California.

Ya iniciada la segunda mitad del Siglo XX el Cráter Elegante sirvió de campo experimental del Gobierno de Estados Unidos (NASA), para el Apolo 11, el primer módulo tripulado que después descendería en la Luna.

1973, el 1 de Marzo por acuerdo del Secretario de Obras Públicas, se creó la Comisión Nacional de Parques Naturales (CONOPAN), con base en las Fracciones II y III del Artículo II de la Ley de Secretarías y Departamentos de Estado. Esta Comisión estaba integrada por funcionarios de diversas secretarías y de la Confederación Nacional Campesina, y se encargaba de administrar también, otro tipo de parques construidos por la Secretaría de Obras Públicas.

1979, el 29 de marzo el Diario Oficial de la Federación publica un decreto del Presidente José López Portillo, estableciendo que “por causas de interés público, se establece Zona de Protección Forestal y Refugio Faunístico, con el carácter de permanente, al área conocida como Sierra del Pinacate, ubicada en el Municipio de Puerto Peñasco, Sonora, dentro de una extensión aproximada de 28,660 hectáreas” y queda bajo la administración de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos.

1980, el 6 de Agosto se inician las conversaciones entre el Gobernador de Sonora y el Instituto de Geología para iniciar desde luego investigaciones en la región con miras de crear una reserva de la biósfera en la zona, en un tiempo pertinente.

Arqueología

Una muy importante característica que le da situación única en el suroeste de Norteamérica, que se presenta en El Pinacate, y que es necesario enfatizar, es que los depósitos de lava, a pesar de los milenios transcurridos, no han sido sujetos a los proce-
sos de agradación y degradación propios de la erosión, tan destructivos  usualmente de los restos arqueológicos en otros sitios de estos desiertos, donde los suelos son por lo general graníticos. (10)

Agregando a esto lo solitario que hasta recientísimas fechas estuvo el lugar, los arqueólogos que investigaron a partir del primer cuarto del Siglo XX encontraron una invaluable riqueza arqueológica que les permitió localizar infinidad de artefactos in situ, sin haber sido alterados antes jamás.

(En la actualidad hay un ejido ganadero junto al costado oriental y tres o cuatro ranchitos al poniente, todos de vida muy exigua, y que sólo tienen movimiento en primavera, si hubo lluvias en invierno).

Como mencionamos más arriba, se encuentra una riquísima cantidad de evidencias de la Cultura San Dieguito, Fase I, caracterizada por los más rudimentarios artefactos de piedra, propios de un pueblo de recolectores nómadas, rústicos cuchillos, metales y círculos de sueño, caracterizados por la pátina del desierto y aún el barniz propio de exposición de muchos milenios al intemperismo sobre las facetas de las piedras trabajadas; la erosión del viento a veces cubre o descubre estos sitios. También caracterizan esta época las veredas esculpidas en la lava, de tanto transitar a los aguajes.

La cultura Amargosa, en sus Fases I y II, también dejó innumerables evidencias de su permanencia la cual se prolonga, con sus descendientes los Pápagos, hasta nuestros días.

Los instrumentos de piedra de la Fase I de Amargosa son más elaborados que los anteriores, aparecieron mucho tiempo después y tienen sólo fina pátina y escaso barniz y no se han identificado metates, eran más bien cazadores. Aquí aparecen los restos culturales más importantes del lugar, los geoglífos, las figuras gigantescas hechas sobre la superficie del suelo, unas lineales rectas, otras curvas, a veces complicados trazos geométricos y a menudo siluetas zoomórficas y humanoides, por ejemplo, junto a la Tinaja de las Figuras, al Oriente del macizo de la sierra y destruidas algunas de ellas por los caminos que con maquinaria han abierto al turismo, hay también otro tipo de círculos de sueño, quitando las piedritas que forman el pavimento del desierto.

La Fase II de Amargosa se caracteriza por otro tipo de puntas de proyectil y primordialmente por la escasa pátina cubriendo a la lítica; se encuentran molcajetes que se supone son para moler pigmentos. Con las inhumaciones y los muy peculiares morteros con el fondo agujerado, con que molían vainas de mezquite para preparar alimentos. Es importante hacer notar que para esta época de la Fase II toda la zona estaba cubierta de mezquites porque las lluvias habían vuelto a  hacerse abundantes, el desierto no presentaba la gran aridez que ostenta actualmente.  Esto fue aproximadamente al iniciarse la era cristiana. Nuevas formas de círculos de sueño aparecen, así como “avenidas” anchas, trazadas limpiando de piedritas el suelo y bordeándolas con guijarros mayores.

Aparece también entonces la cerámica, pero toda importada de la desembocadura del Río Colorado, como producto del comercio con los Yumas, cuyo origen étnico y lingüístico es bien distinto; estos grupos yutoaztecas cultivaron la cerámica hasta mucho tiempo después e introdujeron las cerámicas llamadas jojocan y trincheras, procedentes de más al Oriente.

En esa época empieza también a aparecer la elaboración de figuras esculpidas en la piedra, los petroglifos, que se hicieron luego muy comunes más al Este, con la evolución de estos grupos a la agricultura en las llanuras.

Geología

Desde su primer viaje, Mange hace notar la abundancia de piedras de malpaís, arcabucos y cerborucos (11).

Por su parte, Cortés y colaboradores, en su tesis profesional de geólogos (12), dicen: “El Pinacate es una de las regiones desérticas más áridas y calurosas de América del Norte, con una flora y una fauna altamente especializadas para resistir los prolongados periodos de sequía.

Debajo de los cerros volcánicos cubiertos de lava, pueden advertirse algunos cerros de tipo granítico, mucho más antiguos, situados sobre todo en el Noroeste.

La Sierra de El Pinacate propiamente dicha está formada por repetidas erupciones de lava basáltica y detritos piroclásticos.

El área está caracterizada por infinidad de conos volcánicos y abundancia de derrames a manera de ríos congelados de lava, pero lo que más impresiona al visitante son ocho depresiones circulares de colapso, mal llamados cráteres, y un cono de tobas, un poco alejado del macizo, al Noroeste (13) del Colorado.

Los más conocidos de estos “cráteres” son El Elegante, llamado así por Lumholtz en 1912, y que queda muy accesible en la región Noroeste, teniendo 1.6 km de diámetro y 244 metros de profundidad. El Mc Dougal, llamado así por Hordanay en 1908, con diámetro de 1.7 km.

El “crater” de la Luna, al costado poniente, entre los médanos, y que fue probablemente el que tanto impresionó por su profundidad a Kino y a Mange, los otros son menos característicos y todos ellos quedan situados hacia la parte norte de la sierra, formando un arco irregular, cóncavo hacia arriba y se les conoce con los nombres de Badillo, Molina, Celaya, Kino, Grande y El Pinacate propiamente dicho.

Hay además cinco tinajas o aguajes que duran en general todo el año, están circundando al macizo y algunas de ellas están rodeadas de los sitios arqueológicos antes mencionados.

La Tinaja de los Pápagos queda al Norte, la del Tule al Poniente,  la de las Figuras al Oriente, al igual que la de Emilia y la del Cuervo, al extremo sureste de la sierra.

Bonillas, en 1910, ingeniero de minas de Nogales, Sonora, fue el primero que publicó un análisis minerológico de estos elementos volcánicos (14).

Hidrología

No existen corrientes pluviales normales y permanentes en toda la zona; el llamado Río Sonoyta es una arroyo que sólo corre cuando llega a llover, llega de Noroeste y al Oriente de la sierra toma una dirección decididamente al Sur para desembocar en la Bahía de San Jorge, unos 30 km al oriente de Puerto Peñasco. El agua a la que recurren el hombre y los animales para beber, es la de las tinajas antes mencionadas.

En cuanto a las precipitaciones pluviales, varían mucho de un año a otro, tanto en cantidad como en distribución, pero el promedio anual es de 125 mm y aún menos.

Clima

Árido y extremoso con lluvias de invierno y primavera, escasas y muy ocasionalmente en verano. La actividad viviente surge en primavera, al contrario del resto del estado, que entra en septiembre. El 60% de las lluvias son en invierno (“equipatas”), y el 49% en verano (Chastings y Turner, 1965).

La sequedad y aridez del aire son notables. El Desierto de Altar está incluido en las regiones desérticas más áridas y calurosas de América del Norte. El verano tiene una duración de 60 a 90 días, y las temperaturas máximas más comunes son superiores a 40 grados centígrados (15).

Aunque no se ha hecho un estudio formal a propósito, en las inmediaciones se han registrado temperaturas de 56.7 grados centígrados, y a veces en invierno, la sierra se ha visto nevada.

“El clima de esta región del desierto de Sonora es excelente para el trabajo de campo en invierno y primeros meses de la primavera, pero la temperatura de verano casi prohibe tal actividad. Las variaciones de temperatura en el curso del día son extremas”.(16)

Ecología, Flora y Fauna

Hasta hoy no se ha publicado un estudio biológico general del área específica de El Pinacate, pero si de zonas inmediatas. Así tenemos lo dicho por Felguer: 

”El gran desierto del Noroeste de Sonora es una de las regiones más áridas de Norteamérica. La flora y vegetación de la Sierra del Rosario y el extenso sistema de dunas circundantes, son analizados y comparados con algunas otras. Las dunas, cubriendo en el orden de 4,500 millas cuadradas, sostienen una flora de 75 especies, mientras que la sierra, comprendiendo aproximadamente 78 millas cuadradas, soporta 105 especies. La flora total consiste en 145 especies, con 36 de ellas comunes a la sierra y a los médanos.

Los espectros de las diversas formas de vida son indicativos en condiciones extremadamente áridas: las especies efímeras cubren el 55 por ciento de la flora total”. (17).

El Gran Desierto consiste primordialmente en dunas activas, que están entre Puerto Peñasco, la región de lavas de El Pinacate y el Río Colorado. Aislada y rodeada por estas dunas está la Sierra del Rosario, no muchos kilómetros al Oriente del Pinacate y sus condiciones de clima, flora y fauna y demás situación ecológica es muy semejante, salvo que el Rosario es una pequeña sierra granítica que apenas emerge en la arena.

Cuando uno circunda El Pinacate puede apreciar fácilmente cómo los diferentes valles tienen diversos microclimas: en unos encontramos sólo yerbajos espinozos, en otros, grandes árboles de palo-fierro (olneya tesota) y palo verde (cercidium microphyllum); acá, la lava cubierta, si llueve, de efímeras florecitas de gran variedad de colores, allá, gigantescos sahuaros (carnegia gigantea), chollas (opuntia SP) y ocotillo (fouqueria splendens). Quizá la planta más abundante entre la lava, arriba de los cerros, es el pequeño arbusto conocido en la región como yerba del vaso o rama blanca, (encelia farinosa), que da en primavera un olor a azufre a la sierra con su tupida floración. En los valles, en cambio, es la jediondilla o gobernadora (Larrea tridentata).

Las gramíneas son muy escasas en toda la sierra y tampoco abundan en los aledaños, aun con buenas lluvias.

En cuanto a la población de animales, los mamíferos más importantes en la sierra son los borregos cimarrones (ovis canadensis mexicana), los que han sido muy perseguidos, primero por los norteamericanos y recientemente por mexicanos, en cacerías furtivas, para tener una población bastante exigua. En los médanos vecinos quedan los restos de la subespecie de berrendo de Sonora (antilocapra americana sonorensis) que en total y a ambos lados de la frontera sumarán unos 50 ya que son más fáciles de perseguir por los cazadores ilegales. Del lado del Río Sonoyta, a veces se ven ejemplares de venado bura (Odocodileus hemionus).

Hay también tortugas del desierto (Gopherus agassizi).

Mange, en una de sus visitas con Kino a Sonoyta dice: “y contamos en la ranchería sólo 80 personas, desnudas y pobres, que sólo se sustentan de raíces, ciervos y carneros salvajes o monteses”.(18).

No hay en toda la zona venados cola blanca (Odocodileus virginianus) ni jabalíes (Pecari tajacu).

Importancia de su preservación

Considerando pues todo lo expuesto antes, vemos cómo la zona discutida es una gran riqueza en amplio espectro de valores, que la hacen merecer nos fijemos en ella, sobre todo en estos momentos en que empieza a alterarla la inclusión humana.

Es una región particularmente representativa del Desierto Sonorense, en su punto de máxima aridez y sin embargo tiene particularidades únicas, principalmente en los aspectos geológicos y arqueológicos.

Es un lugar particularmente bien comunicado y sin embargo prácticamente no alterado, por sus inhóspitas condiciones y aislamiento en que estuvo por siglos.

En una área de menos de 2 mil kilómetros cuadrados, posee una riquísima gama de microclimas, con campos de lava, bosques de cactos, dunas móviles, cráteres pasmosos, tinajas bordeadas de tule, y grandes cuadrúpedos, adaptados unos a vivir en los escarpados picachos y otros a correr raudos sobre las dunas.

Y en primavera, cuando hubo lluvias de invierno,  la profusión de hierbas efímeras que cubre toda la arena, tanto en el médano como en las faldas forman una sinfonía de vida y color que no se puede describir con palabras.

La cantidad y variedad de flores, insectos y pájaros es increíble.

  • Bibliografía
  • (1) Burrus, Ernest J.- Kino and Mange. Explore1rs of Sonora and Arizona.- Jesuit Historical Institute.- Roma And Saint Louis Missouri. 1971.- P. 476.
  • (2)Cortés, P., E.A.; Franco, C.E.; Fernández, A.M.A.; Vera, A.E.- Geología del Area Volcánica del Pinacate, en el Desierto de Altar, Sonora, México. Tesis Profesional, I.P.N. México, 1976.
  • (3) Cortés, P. y otros – O.P. Cit. P. 3.
  • (4) Hayden, Julian D.- A. Summary Prehistory and History of the Sierra Pinacate, Sonora. American Antiquity. Vol. 32, No. 3, July 1967. P. 336.
  • (5) Hayden, J.D.- O.P. Cit. P. 342.
  • (6) Burrus.- O.P.- Cit. P. 475.
  • (7) Burrus.- O.P.- Cit. P.P. 477-478.
  • (8)Lumholtz, Carl.- New Trails in Mexico.- Charles Scribners Sons.- New York, 1912.- P. 201.
  • (9) Hayden, J.D.- O.P. Cit. P. 341.
  • (10) Hayden, J.D.- O.P. Cit. P. 336.
  • (11) Burrus, E.J.- O.P. Cit. P.475.
  • (12) Cortés, P., E.A. y Col.– O.P. Cit. P. 1.
  • (13) Cutmann, J.T. y Sheridan, M.F.- Geología del Campo Volcánico del Pinacate, Sonora, México.- Libreto Guía.- Primer Simposio sobre la Geología y Potencial Minero del Estado de Sonora.- I. de G. UNAM, Hermosillo 1978.
  • (14) Bonillas, Y.S.- Estudio Químico y Optico de una Labradorita del Pinacate, Sonora.- Parangones del Instituto Geológico de México, México, D.F., 1910.
  • (15) Cortés, P.E.A. y Col.- O.P. Cit. P. 10.
  • (16) Gutmann, J.T.- El Cráter Elegante. Tesis, P. 12. 
  • (17) Felger, Richard S.- Vegetation and Flora of the Gran Desierto, Sonora, Mexico.- Desert Plants 2 (2), Tucson. Summer 1980. P. 87.
  • (18) Burrus, E.J.- O.P. Cit. P. 473.
  1. ↩︎

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