Como un pastel de azúcar, sin pátina, sin sombras, blanco incandescente, en medio de lo verde y contra el cielo azul, así se ve Bacadéhuachi y su majestuoso templo en la víspera de sus fiestas, las de la virgen de Loreto, del 8 al 10 de septiembre.
Recién pintado, después de las aguas que en este año han sido escasas, el templo es el centro de las fiestas con bailes y puestos alrededor de la plaza. Un programa de varios días que incluye también carreras de caballos el sábado en la tarde. Vino gente desde el otro lado, la pista está lista siempre y ahí se encuentran pobladores de abajo y de arriba.
Bacadéhuachi también se anota con fundación en el año 1645 por Cristóbal García, pero al igual que otros pueblos, la fecha oficial sólo formaliza un asentamiento que ya, con anterioridad, los indígenas conocían con ese nombre que significa “en la entrada del carrizo”.
Bacadéhuachi es paso y destino de sierreños de más arriba y se mantiene de su ganadería y ranchos productores situados al Sur. La gente del pueblo fabrica algunos productos de baqueta, y cuero como teguas, chavindas y artículos para los vaqueros.
Bacadéhuachi tiene también historias de indios, cuentos y leyendas de vaqueros y revolucionarios; ha sido tema de noticias y tiene entre sus anales el derrumbe de las torres de su templo debido al temblor de 1923 que se sintió en toda la sierra de Sonora.
El municipio de Bacadéhuachi alcanza en el Sur, a participar de las bondades de la cuenca baja del río Bavispe después de pasar por Granados y por donde hay un acceso a caballo que los lugareños llaman camino viejo. Por ahí cabalgó Juan Navarrete y sus seminaristas hasta Los Ciriales y después al Rincón de Guadalupe. El camino nuevo, la carretera “brinca” la sierra por lo más alto y por el lado opuesto. Por el Coyote y luego al Sur.
Visitar Bacadéhuachi en tiempos de fiesta es entretenido, vivir la Pasión en Semana Santa es una experiencia única en este pueblo pues se escenifica con ceremonias y rituales bíblicos con toda formalidad azotando a Jesús y cabalgando por el pueblo con indumentarias romanas de la época de Poncio Pilatos.
Bacadéhuachi produce agave del que se extrae un mezcal destilado que es codiciado por conocedores y compartido sólo por sus productores. El chiltepín también tiene historia y tradición en este pueblo donde se preparan salsas, y se envasa verde encurtido.