Granados

San Isidro de los Órganos 1823

La comunidad católica de Sonora tiene bien asociado el apellido y origen de muchos sacerdotes con este pueblo. Granados, tierra de los apellidos Durazo, Arvizu y Barceló, único pueblo de Sonora que tiene como patrono a San Isidro Labrador a quien se celebra el día 15 de Mayo de cada año con fiestas religiosas con las que le agradecen las buenas lluvias del invierno y las cosechas del trigo después de una bonita primavera y una bien celebrada Semana Santa con toda la pasión y la gloria.

Granados es un pueblo jóven, comparado con el resto de sus colindantes pues data de 1823 cuando a la señora Doña Josefa Montaño viuda de Durazo, acompañada de un socio de nombre Ramón Arvizu procedentes de Moctezuma, se establecen en San Isidro de los Organos al sur de Huásabas y fundan ahí la comunidad de Granados que según cronistas su nombre puede tener dos orígenes: Las plantas de granada o en honor de don José Joaquín Granados y Gálvez, segundo obispo de Sonora (1788-1794) .

Granados es agrícola y ganadero y para el visitante es interesante encontrar un pueblo ordenado y tranquilo con un ritmo de trabajo mañanero que se detiene a medio día para volver a la acción a media tarde.

Granados tiene su propio estilo y costumbres, la región se distinguió por las cosechas de caña de azúcar, maíz y otras legumbres y hoy en su mayoría aprovechan las tierras de labor para agregar valor al ganado mediante el establecimiento de praderas.

En granados hay tradiciones bien arraigadas, todas relacionadas con las actividades del campo. Hacer pinole de maíz, trigo o de flor, (palomitas) con ayuda de la tahona movida por un burrito (como aún los hace doña Catalina -2004); hacer panocha con cacahuate y punto, obleas, empanadas, ponteduros, melcocha, suspiros, gorditas (tortillas de harina), pan semita (semitas), buñuelos y más, era hasta tiempos recientes una actividad cotidiana que se ha mermado por el cambio de patrón de cultivos en la región; sin embargo, ese cúmulo de tradiciones aún persiste y forma parte del acervo cultural que para efectos de turismo puede muy bien volverse a explotar. En‘que doña Yolanda han aprovechado el interés del turismo para producir y vender suspiros, golosinas hechas de azúcar y claras de huevo horneadas en horno de domo antiguo que se antojan, se disfrutan y se esfuman en el paladar después de dejar esa sensación: un suspiro de sabor a miel.

Si es usted visitante con cierta familiaridad, puede ser que encuentre la oportunidad de probar algunas de las golosinas que mencionamos pues aún quedan por ahí quienes para no perder la costumbre importan los materiales para seguir disfrutando de sus tradiciones.

Los valores turísticos de Granados tienen qué ver con el campo, las milpas, la vida del agricultor y ganadero que se levanta temprano a regar, ordeñar, juntar vacas y becerros, campear y volver a medio día para dedicarse a labores en el pueblo. El visitante puede hacer excursiones a los callejones de las milpas junto al río, agregarse a las actividades rutinarias de los hombres del pueblo, escalar el cerro de La Pirinola que se define empotrado en las montañas en el lado Este del pueblo.

Como en los otros pueblos, los apaches tienen su capítulo importante en esta historia pues azotaron hasta entrado el siglo pasado. Una de las explicaciones de la disposición de la plaza y el templo, distantes una de otra en el plano urbano, se justifica con el uso de este lugar para defender al pueblo de los apaches, construyendo sus casas alrededor de la plaza para protegerse. También se atribuye a las crecientes del río.