Por Enrique Yescas.
Allá en el Este de Sonora, en lo que realmente es la puerta de la Sierra Alta, a casi 200 kilómetros de la capital del estado, hay una cuesta que asciende más de 500 metros en 18 kilómetros de serpenteante carretera. Esta subida deja atrás el valle del río Bavispe y los pueblos de Huásabas y Granados para llegar en su primera parada a un mirador que, modernizado en 2024, nos deja ver los pueblos en el llano verde y al mismo tiempo las impresionantes paredes de una grieta vertical que se precipita entre roca basáltica y se asoma a la boca de un cañón que se antoja inexplorable.
Este cañón, que algunos cuentistas aseguran se abrió cuando sucedió el terremoto de Bavispe, sirve hoy para desalojar parte del agua que esa gran montaña recibe durante las lluvias y forma un canal que viene desde unos cuatro kilómetros más al Este, bajando agua entre caídas que alcanzan los 30 metos en el interior de un cajón con tinajas en la piedra que conservan el agua durante gran parte del año. Estos maravillosos cuadros y espectaculares ambientes no pueden ser vistos desde afuera, ni del mirador, ni de las orillas del cañón que se pierde entre mezquitales y las sinuosas curvas de la carretera que nos lleva de ahí hacia El Coyote y más allá a otros pueblos de la sierra.
Precisamente siguiendo esta carretera hasta la puerta del rancho El Saucito, se puede llegar en plan de explorador al interior del cañón tan intacto como virgen en sus micro-ambientes y ecosistemas. Más que una aventura, este lugar es un espacio de meditación y respeto por la naturaleza, más que un paseo, es una expedición científica que sólo puede hacerse por un equipo de gente profesional calificada y preparada para la aventura que en como se describe en el artículo publicado en la revista SonoraEs… No. 67 de octubre de 2010.
Mirador escénico La Cruz del Diablo, construido y abierto al público en semana santa del 2024