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con apuntes de Manuel Torres

Ures, ¡dulce sabor!

Los típicos jamoncillos de leche recocida son característicos de esta tierra así como los cubiertos de calabaza, vidriosos triángulos de dulzor infinito.

Degustar una mitad de naranja agria hecha conserva por manos urenses es delectación sin par.

Los verdes limones en almíbar han recorrido el mundo. Dulce lustre para la Atenas Sonorense.

¡La fruta de horno!

Delicadas miniaturas hechas a base de yemas y claras de huevo. De clara son los suspiros que se deshacen al primer contacto con el paladar; de yema son las soletas, sin igual exquisitez de la repostería urense.

En Guadalupe se produce la panocha.

El almibarado jugo de la caña sale del trapiche para hervir en los cobrizos cazos donde se espesa hasta convertirse en pasta. De los cazos es vaciado a los moldes de mezquite hechos a mano. Y, una vez que aquella pasta se cuaja y endurece, salen las ricas panochas color sepia que adoptarán su singular forma de pirámides truncadas.